Quisiera decirles de tres mensajes que he recibido: una me llegĆ³ el otro dĆa de alguien a quien se ha vuelto muy querido a travĆ©s de este proyecto; ella escribe: Es misterioso que te atrajera este proyecto y sintieras tal conexiĆ³n con David sin conocerlo, pero tal es el poder de la resonancia. Otro lo recibĆ de Bob Force hace casi exactamente un aƱo en enero de 2021; entre otras cosas, escribiĆ³: Hablamos ātĆŗ y yoā de la convergencia de ideas y acciones cuando era el momento adecuado. La serendipia del inconsciente colectivo, o quizĆ”s mejor, el consciente no reconocido. Carol Palmer, la ilustradora de [In Search of the Wild Dulcimer], acaba de contactarme hoy por correo electrĆ³nico despuĆ©s de 47 aƱos sin contacto. Y ahĆ lo tienes. USTED estĆ” revolviendo un caldero profundo. Creo que Bob quiso decir que allĆ estaba ocurriendo algĆŗn tipo de resonancia. Y luego hay un correo electrĆ³nico que recibĆ de Rick hoy: Cyndi Lauper, de todas las personas, tropezĆ³ con mi cuenta de Instagram esta maƱana, asĆ que me desplacĆ© por su sitio. Esto es para ti como solo Cyndi Lauper puede hacerlo... incluso ahora. DesearĆa haberlo encontrado antes de Navidad para ti. Es genial e incluso tiene un compaƱero de banda tocando lo que parece ser una mandolina/bouzouki de octava, instrumentos que yo tambiĆ©n solĆa hacer. Ā”Disfrutar! https://www.instagram.com/reel/CXwvCxGB4u8/?utm_source=ig_web_copy_link (Cyndi interpreta el dulcimer de la montaƱa en el video y aparece en Pluck durante los aƱos de David en Nashville).
Un tema general del libro se revelĆ³ a la mitad de la escritura es la resonancia, una palabra que proviene del latĆn y significa "resonar". Su explicaciĆ³n mĆ”s simple: la resonancia ocurre cuando un objeto que vibra a su frecuencia natural fuerza a un segundo objeto a un movimiento vibratorio simpĆ”tico. La resonancia subyace a la expresiĆ³n "Ā”TĆŗ y yo estamos en la misma onda!" La resonancia ocurre en todas partes en la naturaleza y en las ciencias: en fĆsica (dos relojes de pĆ©ndulo en resonancia se sincronizan entre sĆ), en quĆmica y en mecĆ”nica (unidades de soldados que marchan a travĆ©s de un puente finalmente obligan al puente a balancearse al mismo tiempo que sus pies marchando). Y, por supuesto, la mĆŗsica no es mĆŗsica sin resonancia.
A menudo me he preguntado por quĆ© me sentĆ tan atraĆdo a escribir sobre una persona de la que no sabĆa casi nada y nunca conocĆ. Una charla con mi marido en el desayuno de hoy me dio la respuesta. No estĆ”bamos hablando de David; hablĆ”bamos de un libro que mi marido habĆa leĆdo y yo estoy leyendo ahora, The Accidental Universe de Alan Lightman.
Es genial: bien escrito y estimulante, explica temas complejos como la teorĆa de cuerdas, la materia oscura y el concepto del multiverso de formas que incluso yo, que no soy cientĆfico, puedo entender. De todos modos, estĆ”bamos hablando de la descripciĆ³n del autor de un salĆ³n al que asiste en el MIT junto con una mezcla intrigante de cientĆficos y personas de humanidades involucradas en la literatura y el teatro. Se reĆŗnen (o se reunĆan) regularmente para, bueno, simplemente discutir lo que tenĆan en mente y, cada vez que se reunĆan, en unos quince minutos todos exploraban juntos temas interesantes, por lo general planteando mĆ”s preguntas que respuestas mientras rascaban su colectivo. ganas de compartir entre sĆ su asombro y curiosidad por el mundo. (Ese salĆ³n suena como una de mis ideas de un gran momento). Mientras hablĆ”bamos sobre el libro, de repente me di cuenta de que esa maravilla, esa curiosidad es lo que me atrajo a querer aprender mĆ”s sobre David Schnaufer. Solo detectĆ© indicios vagos, sugeridos, de las pocas personas en nuestro club de dulcimer que lo conocĆan personalmente; se quedaron con una sensaciĆ³n de asombro por Ć©l. Pero fue suficiente para llamar mi atenciĆ³n. Cuanto mĆ”s investigaba, mĆ”s aprendĆa que la curiosidad y el asombro eran sellos distintivos de su personalidad. He esparcido a lo largo de Pluck ejemplos de su asombro y curiosidad que sus muchos amigos compartieron conmigo desde que era un niƱo hasta sus aƱos en Nashville. Me encantan esas caracterĆsticas de David Schnaufer. Su mente nunca se endureciĆ³ con la edad para volverse impermeable a nuevas preguntas e ideas.
Arriba, izquierda a la derecha: David a los dos, cinco y en su segundo aƱo de la escuela secundaria gracias a Eric Schnaufer. Abajo, izquierda a la derecha: David y su amigo Norman en 1971 gracias a Norman Jordan; David y Jan Pulsford, gracias a Jan Pulsford.